Bajo el cielo que abriga las almas, a través de paisajes y mares, los sueños flotan en la brisa, y la vida danza en mis cantares. La montaña y el eco infinito revelan secretos en su andar; y el mar, inmenso, como un llanto, me invita a navegar sin par.

Cada amanecer es un canto, y cada atardecer, una luz; la quietud que el bosque envuelve es la paz que nunca se va.

  • Ángel de Saavedra Duque de Rivas