Al caer la noche en el bosque, y la bruma empieza a danzar, las estrellas vuelven y oscurecen, la luna se deja soñar. Las sombras susurran en calma, y el viento recorre sin par.

Las hojas, cual historias viejas, se cuentan en un suave cantar; y el río que acaricia las piedras, espejos del cielo en su andar.

Cada suspiro, cada instante, es un regalo en el hogar, y en esta noche tan sabrosa, te encuentro, la calma y el paz.

  • Ángel de Saavedra Duque de Rivas