Oh, dulce naturaleza que todo lo iluminas, y en el corazón del hombre plantas tus embrujos. Eres en cada hoja, en cada rayo suelto, tu dulce canto eterno que se enreda en la vida.
Los ríos que serpentearon por tus montañas, y los caminos que el sol marcó en tu piel, y las estrellas que palpitaban en tus ojos, todas son ninfas que adornan tu universo.
Cierra tus ojos, cierra tus alas, y deja que te envuelva el abrazo del viento, serafín de lo verde, mensajero eterno, y sella nuestro amor con tu fuego eterno.
- Esteban Echeverría