Las montañas, altivas y sabias,
guardan el eco de mil historias,
y en su abrazo, las almas gritan,
y las noches se llenan de glorias.
El silencio resuena en su fondo,
y así el corazón late y canta,
y en cada paso el tiempo es hondo,
y el espíritu al aire levanta.
- Francisco de Quevedo