La luna, dulce amante de la noche estrellada, se asoma por el puente que abraza la quebrada.
Los árboles silenciosos sus hojas van susurrando, mientras el río murmura un canto de viejo encanto.
- Joaquín Dicenta
La luna, dulce amante de la noche estrellada, se asoma por el puente que abraza la quebrada.
Los árboles silenciosos sus hojas van susurrando, mientras el río murmura un canto de viejo encanto.