Los campos dorados brillan, oro sol de la tarde, tus rayos fecundos en la tierra son baluarte.

La brisa perfumada, y el canto de la alondra, el aire se hace puro, tan libre y sin sombras.

Los ríos murmuran secretos, y en su andar sereno, la vida se renueva, y florece el mundo pleno.

Quiero estar entre las flores, esas que pintan el suelo, y en sus colores, el eco es la risa del cielo.

  • Manuel José Quintana