Despierta la montaña, amanece el horizonte, la bruma se disipa, es un canto que responde.
Los ecos de la naturaleza, entran en el alma, espejos de la vida de lo que más se llama.
Las flores abren sus pétalos, e invitaciones sutiles, y el aire perfumado, encierra suaves perfiles.
La montaña, maternal y sabia, y el cielo, tan profundo, me ofrecen su amistad y la fuerza de su mundo.
- Manuel José Quintana