Tu rostro es la tierra, y tu corazón, el cielo, como un faro radiante que enciende todo mi anhelo.
Las flores son como puentes, y los ríos, son delicias, y en cada sol, un refugio, y en cada luna, caricias.
Así fluyo entre los árboles, y dejo mi voz suavemente, y la naturaleza me envuelve, y en su abrazo, soy valiente.
- Manuel José Quintana