Al caer la tarde, cuando el sol declina, y el cielo se pinta con tonos dorados, las sombras culebrean por las sendas, y el canto de las aves se apaga silencioso.

Todo en el campo respira en calma, y la naturaleza se prepara para el descanso. Las flores del día se recogen cansadas, y los árboles murmuran secretos antiguos.

Y en cada paso en esta tierra amada, el eco de la vida recorre mis venas, y comprendo que el amor se encuentra aquí, donde el sol y la luna se dan la mano, y donde sueños comienzan a vibrar.

Los ríos arrullan historias de antaño, y el tiempo se desliza como papel, hacia un futuro lleno de esperanza, de amor eterno en un rincón del alma.

  • Tomás de Iriarte