Los días se van, suaves como susurros, y así, el verde se mece en sus danzas. Las flores cierran pestañas doradas, y el reproducción de sueños va creciendo.

Un paseo por el campo, las risas son ecos, y el viento nos abraza, olas de melodía. El azul del cielo ríe como niño, y florece el amor, lo sientes con fuerza.

Ahí, entre los árboles, se esconde un destino, y te invita a soñar lo que siempre ha sido, y ese perfume de tierra, la promesa del fruto, es la esencia de todo lo que el tiempo arrebata.

En el rincón de un río, donde la vida murmura, el amor y el alma florecen en ternura. Así, danzando entre risas y abrazos, erguido el amor a tus ojos se acerca.

Las horas fluyen, palpitantes y dulces, y yo estoy aquí, esperando tu llegada. Ahí, entre las ramas, donde los sueños descansan, el destino se une, y el amor nos envuelve.

  • Tomás de Iriarte